En la
entrada anterior hablábamos del Universo, especialmente de las estrellas
(remito a los lectores interesados en los Quasars y Pulsar, leer esta otra entrada, así
como a todos aquellos incrédulos de que realmente el ser humano pisara la Luna,
les ofrezco la lectura de varias entradas pasadas en las que argumentaba las “evidencias”
de que sí llegamos a nuestro satélite aquí (I), aquí
(II), aquí (III)
aquí (IV)
y aquí, V). Hoy vamos a seguir mirando al cielo.
Ya en otra entrada hablé del solsticio de invierno
y cómo en el Universo no hay nada único, además de que todo tiene su
complementario, este solsticio de verano es la contrapartida (o la cruz de la
moneda, si se prefiere), al de invierno. Así, mientras en el de invierno se
celebraba el resurgir del Sol invictus pues comenzaba el día a ganar horas a la
noche, la luz comenzaba a imponerse a la oscuridad; en esta ocasión ocurre lo
contrario.
Como hoy estoy algo "guerrera", pondré en esta ocasión una música algo más movida, para disfrutar
de las imágenes, de la mano de un grupo alemán E Nomine (que por cierto, creo
que se han separado).
Como ya es tradición, el primer
rayo del Sol ilumina poco a poco los largos corredores de los dólmenes de
Antequera que, de acuerdo con algunos investigadores que han estudiado
inscripciones grabadas en sus grandes losas, consideran que hacia el 3200 a.C.
ya estaban construidos. Particularmente, creo que antes (hacia el 4200 a.C., si
no hacia el 5000 a.C. como el de Alberite, en Cádiz, que por cierto señala el
solsticio de invierno con un fenómeno lumínico similar).
Precisamente por esto mismo, el día del solsticio
de verano es el día más largo y de ahí las celebraciones paganas que llevan
celebrándose durante milenios, en las que el elemento principal es el fuego (el
Sol) y en él se queman deseos que ansiamos cumplir, pesares que deseamos
desterrar de nuestra vida y memoria, infortunios que creemos arrastrar… Pero
como todo esto ya lo he relatado en esta entrada (aquí), mientras que en esta otra he explicado la razón de que ocurra (aquí), me limitaré a mostrar imágenes de este momento mágico, primero en nuestro
país y más tarde fuera de sus fronteras.
Actualmente las ceremonias de la celebración del
solsticio se suelen realizar en la noche de San Juan, si bien considero que en
la antigüedad ambas ceremonias iban unidas, inseparables y eran mucho más
espirituales de lo que actualmente son, ya que tal y como aún se preserva en
algunos lugares aún algo arraigados antiquísimas creencias, como la localidad
de San Pedro Manrique, en plenas Tierras Altas de Soria, entre farallones
rocosos, todavía han pervivido los ritos que servían entre los pueblos Celtas y
Celtiberos que habitaban la zona para el paso de niño a hombre, a un guerrero
más de la tribu. Y ese rito se plasmaba en el paso del infante sobre brasas
incandescentes del Árbol de la sabiduría y de la longevidad, la Encina y el
Roble.
Las hogueras de la noche de San
Juan son ya algo tradicional en toda la geografía española. En las zonas
costeras, es frecuente poder ver toda la orilla de las playas iluminadas por
éstas. En la imagen, el paseo marítimo de Alicante el año pasado.
Por toda España, como digo, se suceden las celebraciones ya sea viendo
las estrellas, asistiendo a una hoguera, a mercadillos de artesanía y gastronomía,
o con conciertos de jazz, o de música más o menos tradicional.
Algunos ejemplos de estas
festividades que poder disfrutan en tan mágica fecha.
Los solsticios funcionan en
España como poderosos chivatos de milenarios santuarios matriarcales, en los
que se han venido sucediendo diferentes cultos y “milagros” o presencia de
santeros, continuando la pervivencia mágica del lugar.
Imágenes de “La Cueva
del Culuebro” (León) donde la mañana del solsticio de verano una “serpiente de
luz” penetra en la cueva.
Curiosamente aunque cultos como el de Proserpina y
el dios Helios lo tomaron los romanos antiguos de la cultura griega, no se
citan efectos lumínicos de la Grecia antigua que marquen los solsticios (y digo
que no se mencionan porque me niego a aceptar que en lo que se conoció en la
antigüedad como “el ombligo del mundo”, el gran centro de Delfos, con un
oráculo tan famoso que el propio Alejandro Magno lo consultó, no se diera algún
tipo de fenómeno de este tipo; por lo citar la tumba megalítica de Micenas, muy
parecida –pero más moderna- a muchos dólmenes españoles en los que sí se dan
estos fenómenos).
Esto me lleva a sospechar en que posiblemente esos
fenómenos lumínicos que asocian los primeros rayos del sol con los ritos
depuradores del fuego tengan su origen en la España prehistórica y Neolítica,
difundiéndola, junto con la cerámica campaniforme y el megalitismo, al resto
del continente europeo (recordemos que los restos más antiguos hallados en
Stonehenge corresponden a una tumba campaniforme, cuyo ajuar lo enlaza
directamente con la Península Ibérica neolítica, idea respaldada por
centenarias leyendas irlandesas que hacen de los primeros pobladores, marineros
llegados del área de Galicia).
Regresando al Imperio Romano, sorprende comprobar
cómo los efectos lumínicos asociados a los solsticios se dan en edificios
mandados construir –y cuya obra supervisó personalmente- en emperador Adriano…
sevillano, nacido y criado en la sevillana Santiponce (Camas, sur de España).Remito al lector curioso a la entrada en la que se comenta cómo el "curioso acento" del emperador andaluz era objeto de mofa entre los aristócraas de Roma (ver aquí).
En el solsticio de verano un
rayo inciden sobre una urna ahora vacía, de una pared del Parhenón (Roma) en la
que se cree que el emperador Adriano mandó ponen una estatua de Isis o tal vez
de Mitra.
Igualmente el emperador sevillano mandó construir
un fenómeno lumínico privado, en su propio palacio, consistente en un santuario
subterráneo donde rendía culto a Mitra. Recordemos que este culto, tomado de
Asia, lo difundieron los legionarios romanos por todo el Imperio. En Sevilla,
no lejos de la residencia del emperador Adriano, se le rendía culto al menos en
Carmona (que se sepa, no lejos de los numerosos tholos o dólmenes de El Gandul
y Valencina de la Concepción). Por su parte la divinidad Isis tenía muchísimo
que ver con las vírgenes medievales negras tan frecuentes en toda la geografía
española durante el Románico, asociadas a zonas sagradas milenarias y a
dólmenes donde se adoraban a betilos y divinidades femeninas de forma similar.
Por todo ello, me planteo si estos cultos lumínicos-Madre Tierra-fuego no
pudieron ser una herencia del milenario Tartessos y difundido a todo Occidente
por nuestros navegantes y guerreros.
Todos los solsticios de verano
son muchísimos los ingleses y turistas que acuden a Stonehenge (2800 a.C.), al
sur de Gran Bretaña, a contemplar el
amanecer. Es tal su fama que hace sombra a un fenómeno lumínico muy parecido al
de Antequera (Málaga, España), que ocurre en el dolmen de Bryn Celli Ddu (Gales,
Reino Unido), posiblemente más antiguo que el célebre círculo de piedras
realizadas –recordémoslo- con piedras traídas de Gales (¿tal vez porque en
Gales ya se rendía culto a las grandes piedras sagradas, antes de pasar la costumbre a
Inglaterra?).
Acudiendo a otros lugares del planeta,
encontraremos fenómenos lumínicos el 21 de junio en las cuevas-santuarios de Ajantha,
en Maharashtra, la India (siglos IIV-VIII d.C.), en donde en una de ellas el
primer rayo del sol recorre todo el pasillo hasta incidir en el pilar tallado
con la imagen de Buda.
Pero si hay un
fenómeno lumínico milenario –aunque no tanto que los que ocurren en los
dólmenes de la Península Ibérica- digno de ver, es sin duda el solsticio de
verano en el Cairo, pues el sol ese día “sale” entre las dos principales
pirámides de la Meseta de Giza. Sin embargo, recordemos que el dios principal
egipcio era Osiris, que fue descuartizado por su hermano, el dios de la
oscuridad, y arrojados sus restos por todos lados. Fue Isis, la esposa de
Osiris, quién se recorrió el mundo para recomponer a su marido y volverlo a la
vida, el solsticio de invierno (cuando el sol comienza a ganar horas a la
noche). Seguramente a pocos se escapará el paralelismo con la Pasión de Cristo,
quién volvió a la vida y nació el mismo día que Osiris renacía (recordemos que
los Hebreos estuvieron como esclavos en Egipto durante una etapa de su
historia, desde donde partirán –dirigidos por el sacerdote egipcio Moisés-
hacia la tierra prometida). Es por
eso que la gran mayoría de fenómenos lumínicos que ocurren en Egipto se dan en
el solsticio de invierno.
Y precisamente
con las pirámides terminaremos, esta vez en tierras mexicanas, en pirámides del
siglo XIII d.C. Una de ellas ocurre en Tulum (a la izquierda, convertido -en el último viaje que hice al país, hará ya unos años- en un triste parque temático con trenecito incluido, donde los turistas usaban las antiguas sagradas pirámides como improvisados probadores-vestuarios, donde cambiarse de ropa para salir en bikini y bañador para bañarse en la playa a pie de las ruinas, dejando luego la ropa y toallas mojadas extendidas en las escaleras, a lo largo de las ruinas, para secarse), si bien la más conocida se da en
Chichén Itzá, donde la orientación del templo y sus escaleras provoca que al
incidir los rayos del sol sobre esa parte de la pirámide, se produzca un juego
de sombras en la escalera central que asemeja al cuerpo de una serpiente que
desciende hacia la cabeza del oficio labrado en el suelo, el dios Kukulkán
maya, al que hacían cruentos sacrificios humanos.
Finalizaré la entrada mencionando un aviso que no
deja de circular vía redes sociales y que habla de una gran tormenta solar que
alcanzará la Tierra a lo largo de todo este fin de semana, haciendo peligrar
teléfonos, ordenadores y otros dispositivos electrónicos. Pues bien, para salir
de dudas, nada hay mejor que acudir a las fuentes autorizadas y, huyendo de mil
páginas alarmantes que se repiten a copiar y pegar unas de otras la misma
información, o a agravar más los peligros que se nos vienen encima, encontré la
siguiente página (ver):
Como puede leerse y verse, no hay una actividad
solar especialmente relevante. Es cierto que las radiaciones solares son
elevadas, pero no más que hace un par de días. Es todo una falsa alarma.