miércoles, 16 de noviembre de 2022

Las misteriosas cuevas Longyou

Ya en otras entradas anteriores manifestaba mi idea de que en China todo es grandioso (ver aquí y aquí) y en este presente escrito de nuevo daré otro ejemplo de ello.

Como viene siendo habitual con el hallazgo de estas sorprendentes maravillas que permanecían olvidadas, su descubrimiento ocurrió de manera fortuita, cuando en un caluroso día de junio de 1992, un humilde campesino de la provincia de Zhejiang, en el sureste de China, se desplazó hasta una aparente pared rocosa de un paraje húmedo, con intención de obtener un par de cubos de agua potable… y terminó descubriendo una red de cavernas majestuosas labradas en algún momento del pasado por manos humanas, a fin de construir una red de túneles de proporciones descomunales.

Ajenos a este impresionante hallazgo “local”, y a varios kilómetros de distancia, en la aldea de Shiyan Beicun se mantenían creencias locales que hablaban de la presencia de una entrada al inframundo desde sus lagunas, pues aparentemente carecían de fondo. Dado que fueron numerosos los experimentos que se llevaron a cabo en la superficie de las lagunas para acallar esas oscuras leyendas mediante la sencilla labor de dejar caer una plomada atada a una larga cuerda hasta que tocara el fondo, que nunca ocurría, una determinada universidad se tomó la labor suficientemente en serio de modo que decidieron desplazarse a la población equipados con potentes bombas de agua y ese mismo año de 1992, decidieron vaciar las lagunas para poder medir su profundidad. Puesto que al encontrarse entre rocas carbonatadas, suponían que debían encontrarse ante una gran dolina -como se denomina en Geomorfología a cavidades verticales excavadas en la roca caliza y conocidas en México con el peculiar nombre de “cenote”, que hoy son una de las atracciones que más turistas capta en el país mexica-, tal vez podrían usarse estas chinas como imán turístico que enriqueciera la pintoresca y desconocida zona.


Generalmente las dolinas se generan por la acción de las aguas de lluvia que disuelven las rocas debilitando las superficies de fractura y disolviendo (y arrastrando) los materiales blandos margosos, arcillosos y arenosos, de forma que la superficie termina colapsando y derrumbándose dejando una cavidad en forma de cubeta.

 

            La sorpresa de los allí presentes debió ser descomunal, no solo por requerir 17 días para extraer todo el agua almacenada, sino al encontrarse que no solo no había simples dolinas formadas de manera natural sino que se habían topado con posibles túneles de ventilación de un, hasta entonces desconocido sistema artificial de cavernas que horadaba todo el subsuelo de la región. De esta manera y de forma independiente se conoció esta red de cavernas de más de 30.000 metros cuadrados de extensión.

Hoy se las conoce como las cuevas Longyou puesto que se han encontrado dos docenas de ellas (otras fuentes ascienden el número a 36) y, por extraño que nos parezca, se sigue sin conocer de ellas poco más de lo que se sabía en el momento de su descubrimiento. En otros trabajos se las menciona como “las cámaras de piedra de Xiaonanhai”.

No solo sorprende la extensión excavada, sino también la magnitud del espacio vaciado ya que según programas empleados por algunos ingenieros que las han estudiado se estima que solo para la tarea de vaciado se requirió del trabajo de mil personas (posiblemente esclavos, a tenor de las obras de la Gran Muralla o del Mausoleo de los Guerreros de Terracota) trabajando sin descanso las 24 horas a lo largo de seis años; y esto solo para realizarlas dado que algunas poseen incluso decoraciones que requerirían igualmente su tiempo, así como el establecer su trazado, estudiar la estratificación del macizo rocoso, establecer el lugar correcto para las columnas de sustento y de los canales de ventilación etcétera. Llegan a alcanzar 30 metros de profundidad con respecto a la montaña de Fenghuang.


 Imagen de la colina o montaña de Fenghuang, con la bella ciudad homónima a sus pies.

 

            Otro misterio es el destino de los sedimentos que se retiraron del interior del subsuelo para labrar este compleja red de túneles, que personalmente me recuerdan –salvando las diferencias- a las canteras romanas y medievales que, ubicadas cerca de Toledo (la capital del reino durante la etapa Goda de la Península Ibérica), proporcionaron la piedra necesaria para realizar los distintos edificios de la ciudad. Igual ocurre con las llamadas “cuevas de San Cristóbal”, una red de 30 cuevas-cantera excavadas en la sierra de San Cristóbal para proporcionar piedra de edificación a la población colombina (y anterior, pues se han hallado restos hasta del Paleolítico) de El Puerto de Santa María, en Cádiz (España) y alrededores, incluyendo la preciosa ciudad de Baelo Claudia.  

            El inconveniente es que mientras que en estos lugares mencionados es fácil encontrar el destino de las rocas arrancadas y talladas de estas canteras…

 Izquierda: imagen de uno de los accesos a la antigua Toletum, controlado por el alcázar de la ciudad (y cerca de donde se encontraba el primer reloj de agua, del que ya hablé aquí). Derecha: imagen de las ruinas del foro romano de Baelo Claudia, controlando el antiguo Estrecho de Gibraltar (Cádiz, España).

            No parece suceder lo mismo en China, donde la antigua ciudad de Fenghuang está construida con madera, no con piedra. Ahora bien, ¿es posible que exista alguna ciudad antigua, aún por localizar, en las inmediaciones?, ¿o sus piedras fueron destinadas a formar parte de alguna sección de la descomunal Gran Muralla, que se alza no muy lejos de allí?. Algunas estimaciones les otorgan unos 2.200 años de antigüedad, lo que ubicaría su realización hacia el cambio de era.


 

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