miércoles, 25 de julio de 2018

La dudosa brujula solar de los vikingos

Prácticamente desde que inicié este mi blog, mi objetivo ha sido demostrar la tendencia que ha existido hasta hoy, y aún sigue dando sus últimos coletazos, de alzar al imperio británico a unos niveles divinos que dista muchísimo de haber alcanzado nunca. Pero lo peor es que para ello se ha tratado de despreciar y desvalorar todo lo relacionado con el Imperio Español y con España, haciéndonos pasar por portadores de los peores  atributos,  aún cuando en la gran mayoría de los casos, gente real y con tal cúmulo de “virtudes” los tenían en sus propias filas y encima eran tratados como ejemplos a seguir por la sociedad.

Es el caso de SIR Francis Drake del que describo en mi libro “La Armada Invencible, la leyenda negra” toda la conducta que lo llevó a tal reconocimiento (llegando incluso a abandonar a su suerte a las tropas británicas que transportaba, siendo rodeados y ejecutados por los españoles), mientras Drake marchaba codicioso a hacerse con la Flota de las Indias, a la que fue incapaz de encontrar (y eso que no hablamos de una vulgar balsa neumática sino de un grupo de grandes galeones españoles, orgullo de nuestra Armada; para más datos de este “gran hombre” picar aquí); de Vernon que solo sufrió la más vergonzosa derrota frente al genial Blas de Lezo (fabuloso militar y mejor estratega español, que carecía de una pierna, de un brazo y de uno de sus ojos), sino que llegó a mentir a su rey sobre el resultado de la contienda permitiendo que se acuñara una moneda de plata inmortalizando su genial victoria que nunca ocurrió, frente a un español que aparecía arrodillado ante él y con ambas piernas (para más información picar aquí); o el mismísimo Lord Nelson, que sufrió la mayor humillación posible a manos de otro gran militar español, Gutiérrez de Otero, al aceptar llevar la carta que comunicara su derrota en Tenerife frente a tropas y lugareños españoles, a cambio de que le perdonaran la vida y quedaran libres él y sus hombres tras un ataque de madrugada y sin motivo alguno (para más información, picar aquí). Hoy veremos otro de los tantísimos ejemplos de esta eterna campaña de desprestigio contra España por parte de los anglosajones, que parece no cesar nunca (ya cansa, como diría el Dr. House, compatriota de ellos).
                Pues bien, si hay algo que no se puede dejar de reconocer a España es la gran maestría que sus pobladores tuvieron siempre para navegar. De hecho, basta tomar la Biblia para encontrar con qué admiración se habla en ella de las naves de Tartessos que llegaban al reino del rey sabio Salomón cargadas de las más fabulosas riquezas y objetos maravillosos (remito a mi libro “Tartessos: 12.000 años de historia”). Y es que como he sostenido siempre, la posición que ha tenido la Península Ibérica, como puerta (o última custodia, según se entre o salga) del Mediterráneo y a caballo entre África y Europa, ha hecho que por ella pasaran todas las culturas con afanes de grandeza, masacrando sí pero luego asentándose en ella. Eso fue generando un caldo de cultivo especial que puso a sus pobladores a la cabeza del avance histórico pues supieron sacar lo mejor de las culturas semitas, árabes, cristianas, romanas, celtas, godas y otras tribus del Danubio, …y todo eso añadido a la ya mítica y puntera cultura de Tartessos. Y claro, ocurrió lo irremediable: un imperio en el que no se ponía el sol. Los instrumentos que emplearon los marinos españoles eran tan precisos y admirados que se da la circunstancia que fray Tomás de Berlanga, soriano él, en su carta en la que habla de nuevas islas conocidas emplea sus instrumentos para dar la posición EXACTA de las Islas Galápagos (más de 500 años antes de que se inventara el GPS, ahí es nada). Pero no estoy descubriendo nada nuevo, el propio SIR Isaac Newton y el mismísimo Johannes Kepler se basarían en las Tablas Alfonsíes (obra astronómica del rey castellano, español, Alfonso X el Sabio realizada en el siglo XIII y que sintetiza todo el saber astronómico de la judería de Toledo) para realizar sus descubrimientos. Pues bien, se admite que gran parte de los instrumentos empleados por los geógrafos y navegantes españoles procedieron de la cultura árabe, ya que debemos recordar que en el sur de España se desarrolló un “imperio” árabe que rivalizó en saber, cultura y artes con la mismísima Damasco. Dio grandes matemáticos, poetas, científicos… e incluso aquí llegaría a desarrollarse por primera vez en la historia conocida un aparato volador en el que se inspiraría posteriormente Da Vinci, a juzgar por su similitud, y recordemos que parte de Italia perteneció al Imperio Español). Para más información, picar aquí y aquí.
                Pues bien, estaba yo una noche cenando frente a la tele, viendo documentales, cuando me topé con uno que no tendría menos de dos años, y que no tenía desperdicio. Comenzaba dando por cierta la historia de la llegada de los vikingos a las costas del Norte de América (concretamente, de Canadá) mucho antes que Colón (dando énfasis a esto, que por cierto, no dudaban en repetir varias veces que los vikingos llegaron antes que España, pero cuando hablaban de descubrimientos y cartografía de tierras americanas, allí ya decían “europeos”; ¿curioso, no?, lo que había que desmontar es que España descubriera nada antes que nadie, pero sobre sus méritos científicos eso ya era de los europeos en general y por tanto, nada que decir en contra; de hecho en el mismo sentido no dudaban de tildar de primer asentamiento europeo en América, el de la fallida colonia británica que fue arrasada por los nativos norteamericanos y de la que nunca más se subo; en fin, sin comentarios). Pues bien, primer punto:  saltándose las argumentaciones de científicos del Smithsonian sobre la tinta del mapa vikingo de Vinlandia –la supuesta “América”- a la que realizaron diversos análisis arrojando una composición y una edad que no puede considerarse más antigua del siglo XIX, dan por original un mapa que actualmente se considera falso, realizado sobre un mapa del siglo XV (posiblemente portugués, que esa es otra, portugueses en Canadá en el siglo XV) a la que añadieron con tinta actual datos para atribuirlo a vikingos del siglo XI. Incluso no se ha dudado en señalar al autor de tan burdo embuste: el profesor Luka Jelic.   

Si se desea saber más sobre este particular, picar aquí.

Segundo punto: dan por bueno que la planta de unas viviendas encontradas en Terranova (concretamente en L’Anse Aux Meadows) y en el que únicamente se han hallado aparte de la base de las casas, unos pocos clavos, una piedra de afilar, algo de vidrio y nada que se pueda atribuir a ninguna cultura en particular, eso sí, de datación hacia el 1.000 d C., lo reconstruyen como una típica casa vikinga de Islandia y declaran encontrado el asentamiento en cuestión, reclamando que se cambien los libros de historia. Flipante. Digo yo que en Canadá hay (o había, antes de la llegada de británicos y franceses) sobradas poblaciones nativas a las que atribuir ese asentamiento temporal, sin tener que recurrir a supuestos vikingos que llegaron, tocaron tierra y se fueron para no regresar jamás, a juzgar por los nulos restos que dejaron de su paso y estancia.

El tragicómico poblado vikingo de L’Anse Aux Meadows (¿solo a mí comienza a resultarle ya un poco patético todo este afán por quitar méritos al Imperio Español?, eso por no hablar de la serie de documentales “los hombres de la frontera” que está emitiendo Canal Historia, producida por Leonardo DiCaprio y en la que por supuesto se habla de lo habilidosos que fueron los colonos norteamericanos contra los británicos y franceses, “olvidando” la ayuda que Bernardo de Gálvez y otros españoles prestaron a los colonos y que fue imprescindible para lograr la independencia, tal como el mismísimo George Washington admitiría: picar aquí para más información)

Punto tres: por supuesto, no entran a analizar el mismo nombre vikingo a América: Vinlandia o “la tierra de las vides”. Genial, ¿alguien se ha parado a pensar qué puñetas hacían las viñas en Canadá, aparte de pasar frío?. ¿Y en el absurdo en el que se cae, de aceptarla como cierta, cuando ya en la época romana Hispania, España, era célebre en el Imperio Romano por la calidad y cantidad de aceites de oliva, de vinos -ver aquí- y de Garum que importaba masivamente? (no si al final vamos a tener que admitir que España llegó antes que España a América para plantar viñas que encontraran los vikingos….y suma y sigue…).

Punto cuatro: y aquí es donde la historia ya se pone esperpéntica, ¿y cómo fueron capaces los vikingos de llegar a América y establecer una ruta por la que obtener vino?. Fácil, las crónicas hablan de una piedra mágica que empleaban los vikingos y que nada más se ha escrito (o conservado) y nada más se sabe. Lo importa, eso es lo de menos, taaachaaán, mira tú por dónde en Vinlandia, en el poblado vikingo se ha encontrado un trozo de madera con un semicírculo hecho sobre ella, grabado. Ea, ya está, seguro que esa pieza va a ser la piedra Rosetta. Y efectivamente, así va a ser. Pero no sin antes reconocer una contribución imprescindible, cómo no, a Inglaterra. Vamos allá.

Punto cinco: se encuentran (ojo al dato) en aguas del Canal de la Mancha un barco hundido de época Isabelina (esto es, contemporáneo a Isabel I, sí, sí, a esa reina que decretó bajo pena de muerte no admitir una sola baja inglesa realizada por la Armada Invencible española: ¿¿¿¿estamos ante el hallazgo del primer barco inglés hallado, hundido por la Armada Invencible???? A mí me da toda la impresión de que sí; recordemos que Juan Martínez de Recalde se batió como gato panza arriba contra los barcos de Drake cuando trató en vano de hundirle, acudiendo Miguel de Oquendo en su apoyo, haciendo huir a los ingleses, ante el pánico del almirante y dirigente de la Armada Inglesa, Charles Howard; ver mi libro “La Armada Invencible, la leyenda negra”) que posee junto a los artilugios para orientarse, un cristal de calcita transparente, conocido como “espato de Islandia” y que provoca que la doble refracción del mineral permita ver doble lo que se observa, produciendo curiosos efectos (por ejemplo, ya en época romana se tallaba en forma prismática provocando el efecto de contener una pirámide gris en su interior).


                Y ahora viene el Abracadabra: resulta que un seguidor de Thor Heyerdahl, el aventurero noruego que estuvo en Tenerife implicado en dar a conocer las pirámides de Guímar y que sostenía que hubo contactos precolombinos entre Canarias y México, entra en el documental a defender que si en un día nublado se observa el cielo a través de uno de estos “espatos de Islandia”, en el momento en que ambas “sombras”  que aparecen en el cristal se solapan y coinciden, ahí está el sol. Y de esa forma los vikingos lograron orientarse en condiciones extremas, con cielos nublados, durante nevadas y granizadas e incluso de noche, únicamente mirando a través de este cristalito. La principal pega que le veo a tan genial descubrimiento es que no hay absolutamente nada que diga que estos peculiares cristales de calcita los emplearan los vikingos para orientarse. Por lo demás, estupendo.

                Llegados a este punto, el lector impaciente se estará preguntando qué tiene que ver este cristalito con el madero encontrado en Vinlandia, pues vamos a ello. Resulta que ese trozo de madera con un semicírculo grabado y nada más…. ¡¡¡es ni más ni menos que una brújula solar!!! (¿la habían oído ustedes antes?, pues ya somos dos). Sí, efectivamente, mientras los retrasados españoles (y el resto de Europa, Asía y mundo árabe, añado) se guiaban por la brújula imantada, astrolabios, cuadrantes y demás “aparatejos”, los adelantados vikingos dueños de los mares (y por extrapolación, los ingleses, recordemos que uno de sus barcos poseía un cristal de espato de Islandia junto con otros instrumentos de navegación) empleaban la avanzadísima brújula solar; tan avanzada, que a duras penas he logrado enterarme de su funcionamiento. Según creo haber entendido, uno fija el barco en plena alta mar, toma el trozo de madera y en el centro pone un clavo. Un extremo del arco (tras mirar con el cristal de calcita, pues recordemos que en el mar del Norte y en el Atlántico Norte los cielos no suelen estar muy despejados), se le hace coincidir con la salida del sol, luego se repite lo mismo con el ocaso, se traza el semicírculo uniendo ambos puntos y hala, a navegar que hacia donde señale la sombra del clavo, al tocar el arco es el norte. De nuevo, siento ser aguafiestas, y no es que yo sea muy marinera pero no sé porqué algo me dice que no debe ser nada fácil mantener fija una embarcación en pleno mar abierto; para cuando el capitán de turno haya logrado hacer toda esta operación lo menos han llegado ya a Lisboa, desde Islandia; y eso por no hablar de que en el fondo necesitan sol para que el clavo central proyecte su sombra así que si no hay sol (nublado), todo el invento se va a pique, vamos, por poner alguna pequeña pega…Por lo demás, me ha encantado el enredo que se han hecho para sacarse de la manga una brújula inventada, de la que nunca antes se había oído ni escrito nada en libro alguno (que digo yo que igual que se han escrito tratados sobre los demás instrumentos de navegación, alguno habría de tal fabuloso invento…). Y claro, como un trozo de madera con un semicírculo grabado no tiene mayor trascendencia, pues voilá, lo hacemos coincidir con otro similar más laborioso, tallado, que se encontró entre los restos de un convento medieval de Groenlandia y ya tenemos creada la brújula vikinga solar.

El llamado “disco de Uunartoq”, encontrado en 1948, ha sufrido una impresionante revalorización en los últimos años al ser identificado como una brújula vikinga, aunque nuevamente no haya un solo documento escrito antiguo que no represente, hable de su uso y empleo ni lo asocie a la navegación nocturna o en condiciones adversas sin sol. Con todo, si damos la teoría por buena y reconstruimos este “disco” como circular totalmente, considerando las dimensiones que presenta el agujero central, en lugar de un clavito llevaría medio mástil central de la embarcación ¿no?, como para no ver entonces la sombra… En fin, que a poco que uno se moleste en pensar un poquito, todo se vuelve lógicamente insostenible. Con todo, si son felices, pues vale, aceptamos pulpo como animal doméstico.

                Pues bien, aunque he sido incapaz de dar con el documental que tantísimo me enseñó (y eso que lo he buscado), al final dejaré otro del National Geoghapic que a grandes rasgos recoge todos estos fabulosos datos, hallazgos y deducciones para que haga las delicias de los lectores:



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            No quisiera terminar la entrada de hoy sin compartir un hecho realmente curioso. Hacía unos días un comentarista anónimo llamaba mi atención sobre un hecho notable consistente en que aparecía, posteriormente a que yo compartiera alguna entrada con mis lectores, otra en la sección ABC cultural con temática muy similar, y a veces incluso llevaba hasta el mismo título (aunque en ningún momento se me citara siquiera como una de sus fuentes consultadas; ver primer comentario  de la entrada “continuamos con el efecto invernadero”). Pues bien, ayer era otra comentarista y habitual lectora de mi blog, la que me hacía llegar la siguiente noticia: el periódico ABC se adjudicaba haber logrado que el presidente de Colombia desistiera de hacerse con las riquezas del barco español San José del que, mire usted por dónde, hace más de un año que yo daba a conocer su hallazgo y las intenciones del gobierno colombiano (ver aquí). En fin, que si es cierto lo que afirman, mis felicitaciones. Sin embargo, mi intuición me dice que la influencia que uno de los muchos diarios españoles pueda tener sobre el Gobierno Colombiano es la misma que la que posea un periódico colombiano sobre las decisiones del Gobierno Español; las mismas: cero.

Para más información, ver aquí la noticia.




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